jueves, 26 de agosto de 2010

¿Ver? ¿para creer?


Observen atentamente las fotos ¿qué ven? La escena es un poco absurda a primera vista. Unos tipos con camiseta blanca o negra se están pasando una pelota de baloncesto en un pasillo. Un gorila -más bien, alguien con un tosco disfraz- pasa por el medio ¿Cree usted que alguien que contemple esta escena (en realidad, un vídeo) podría no ver al gorila pasar?

gorila_en_nuestra_niebla
El vídeo formaba parte de un famoso experimento (Simons and Chabbris, 1999). En él, se pedía a un grupo de sujetos experimentales que observasen atentamente y contasen el número de veces que los jugadores con camiseta blanca se pasaban la pelota unos a otros. Al acabar de visualizarlo, el experimentador preguntaba ¿vieron
ustedes al gorila?.

Ups… ¿qué gorila? Aproximadamente la mitad de los participantes no se coscaron de la nada discreta aparición del primate. Los psicólogos han denominado a este fenómeno “ceguera por inatención” y es más corriente de los que parece. Por ejemplo, puede ocurrir que un piloto comercial, concentrado en su trabajo, no vea que se le viene encima un Boeing 707. Y, naturalmente, los magos profesionales sacan partido de este (y otros) fenómenos perceptuales todos los días. Curiosamente, en el experimento del gorila, cuando se pedía a los sujetos que contasen el número de pases de los jugadores con camiseta oscura, un 83% sí vieron al gorila ya que debían estar más atentos al movimiento general de “formas oscuras” en la pantalla.

En otro experimento similar, uno de los experimentadores se hacía pasar por un visitante despistado en medio del campus de Cornell; elegía una “víctima” al azar y le preguntaba cómo llegar a la Biblioteca Olin. En medio de las explicaciones, dos tipos que transportaban una puerta se interponían brevemente entre ellos. Al cabo de un par de segundos, la conversación era retomada, pero con un pequeño cambio: el visitante despistado había sido sustituido por otra persona del mismo sexo y aproximadamente la misma edad y complexión, aunque sin un parecido particularmente alto con el primero y distinta vestimenta.

De nuevo, en un porcentaje asombrosamente alto de los casos, el tipo no se dio cuenta del cambiazo hasta que el experimentador le preguntaba si no había notado algo raro cuando pasaron los de la puerta, como por ejemplo, que está hablando con una persona diferente. El experimento del turista cambiante ilustra lo difícil que nos resulta percibir cambios cuando no esperamos en absoluto que éstos se produzcan.

Simons, D.J. and Chabris, C.F. (1999). “Gorillas in our mist: sustained inattention blindness for dynamic events” Perception 28:1059-74.