miércoles, 19 de octubre de 2016

Revolution and Education

Bill Deresiewicz in Harpers develops a must-read account of the perils and pitfalls of the corporatization of modern education. He begins with a truly insightful close reading of one college’s mission statement and corporate branding. But Deresiewicz’s analysis goes deeper, setting the contemporary college within an ongoing cultural movement in which the line dividing youth from adult is increasingly blurred if not eliminated. “Modernity is a condition of ever-increasing acceleration, but only, until recently, for adults. 

For the young, modernity means–or meant–something different. The modern age, in fact, invented the notion of youth as an interval between childhood and adulthood, and it invented it as a time of unique privileges and obligations. From the Romantics, at the dawn of modernity, all the way through the 1970s, youth was understood to have a special role: to step outside the world and question it. To change it, with whatever opposition from adults. (Hence the association of youth and revolution, another modern institution.) As college became common as a stage of life–one that coincides with the beginning of youth–it naturally incorporated that idea. It was the time to think about the world as it existed, and the world that you wanted to make. But we no longer have youth as it was imagined by modernity. Now we have youth as it was imagined by postmodernity–in other words, by neoliberalism. Students rarely get the chance to question and reflect anymore–not about their own lives, and certainly not about the world. Modernity understood itself as a condition of constant flux, which is why the historical mission of youth in every generation was to imagine a way forward to a different state. But moving forward to a different state is a possibility that neoliberalism excludes. 

Neoliberalism believes that we have reached the end of history, a steady-state condition of free-market capitalism that will go on replicating itself forever. The historical mission of youth is no longer desirable or even conceivable. The world is not going to change, so we don’t need young people to imagine how it might. All we need them to do, as Rothman rightly suggests, is to run faster and faster, so that by the time they finish college, they can make the leap into the rat race.” Hannah Arendt also understood education as that path from youth to adulthood, one that depended upon a clear understanding of the boundaries separating the immature from the mature. Education is conservative, at least at first in Arendt’s telling. It introduces them to the world into which they are born–the literal meaning of “to educate” is “to lead in.” Education is non-political. It is the way in which responsible adults teach young students to love the world into which they are born. There is, however, a second aspect of education for Arendt: it is revolutionary. By leading young people into the world, educators embrace the new and the possibility of revolutionary change because the world is always made anew by future generations. A liberal arts education, therefore, ought to teach students about the world as it is and prepare them to judge and act to conserve, improve, and re-imagine that world. Deresiewicz offers a similar account that is well worth reading. It is also worth noting that he will be a NEH/Hannah Arendt Center Distinguished Lecturer at Bard in October 2016.

lunes, 17 de octubre de 2016

Isaac Peral

La técnica es un reflejo del valor y desarrollo de la ciencia básica. El caso de Peral es uno más de los que componen la realidad de la ciencia española. La crisis del 98 ha sido analizada desde distintas perspectivas, pero también habría que añadir la incapacidad de entender que la ciencia sería la base sobre la que se desarrollaría el auge de las potencias políticas y económicas superado el modelo colonial. Uno de esos casos queda patente en el ingenio de Peral, pues el almirante George Dewey, jefe de la Escuadra estadounidense que puso cerco a Santiago de Cuba y que aniquiló a la Armada española en la bahía de Manila (Filipinas) durante la guerra entre España y los Estados Unidos en 1898, afirmó que en el caso de que «España hubiese tenido un solo submarino de los inventados por Peral» no hubiera podido sostener el bloqueo ni 24 horas.

Es posible analizar su invento como un caso relativo a la técnica basada en el conocimiento de la ciencia básica, aplicada desde la ingeniería al desarrollo de proyectos para la solución de problemas reales.En este caso un arma submarina.



domingo, 16 de octubre de 2016

SAPERE AUDE

Empleada por Immanuel Kant como máxima su creador fue el poeta latino Horacio, quien escribió en una de sus cartas, Epist. I, 2: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe -Tiene medio camino hecho quien ha empezado: atrévete a pensar, empieza.- El contexto de la carta, en la que se narran las múltiples audacias tramadas por Odiseo para llegar a Ítaca, sugiere que el verbo sapere se refiere en este caso a la capacidad de pensar y podría traducirse como atrévete a pensar, la traducción que más ha perdurado a través de la tradición es la de atrévete a saber. Enlace



Dentro de la idea de Platón derivada del mito de la caverna, el conocimiento de la realidad es posible como consecuencia de la libertad y de la capacidad para interpretarla, Pero es este un tema a desarrollar en clase. 

NOSCE TE IPSUM




En Madrid, situado en la esquina a la Calle Alfonso XII fue construído un edificio diseñado por el Marqués de Cubas para albergar la colección antropológica y etnológica del Doctor Pedro González Velasco (1815-1882) En su conjunto fue el origen del actual Museo Nacional de Antropología, inaugurado por el Rey Alfonso XII en 1875. En el frontón hay un relieve con la cabeza de Atenea y en el friso figura la frase latina NOSCE TE IPSUM  –Cónocete a tí mismo–

viernes, 14 de octubre de 2016

¡Que inventen ellos! [Práctica 3 y 5]

Fuentes de riqueza

Miguel de Unamuno repitió esa famosa frase en varias ocasiones y llegó a defender a España diciendo que "no por no estar hecha para la ciencia debe una nación estimarse en menos."
«Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó». 
Éstas son las palabras que Miguel de Unamuno pronunciaba por boca de Román en su ensayo El pórtico del templo, en 1906. Pero la ciencia, la técnica, la investigación y la formación que permite generar, transmitir y aplicar el conocimiento están relacionados también con la economía de la que dependen sus fuentes de financiación, pues es su sociedad quien lo alimenta y se nutre de ello. En esto si hay fronteras, la que delimita la generación de ideas en las sociedades y economías del conocimiento, buena parte de las cuales están basadas en patentes. 

Unamuno

La expresión aparece recogida en su obra Del sentimiento trágico de la vida y forma parte del último capítulo, que como conclusión está dedicado a: Don Quijote en la tragicomedia europea contemporánea.

“No ha mucho hubo quien hizo como que se escandalizaba de que, respondiendo yo a los que nos reprochaban a los españoles nuestra incapacidad científica, dijese, después de hacer observar que la luz eléctrica luce aquí, y corre aquí la locomotora tan bien como donde se inventaron, y nos servimos de los logaritmos como en el país donde fueron ideados, aquello de “¡Que inventen ellos!”, expresión paradójica a que no renuncio. Los españoles deberíamos apropiarnos no poco de aquellos sabios consejos que a los rusos, nuestros semejantes, dirigía el conde José de Maistre en aquellas sus admirables cartas al conde Rasoumouski, sobre la educación pública en Rusia, cuando le decía que no por no estar hecha para la ciencia debe una nación estimarse menos; que los romanos no entendieron de artes ni tuvieron un matemático, lo que no les impidió hacer su papel, y todo lo que añadía sobre esa muchedumbre de semisabios falsos y orgullosos, idólatras de los gustos, las modas y las lenguas extranjeras, y siempre prontos a derribar cuanto desprecian que es todo.
¿Que no tenemos espíritu científico? ¿Y qué si tenemos algún espíritu? , ¿se sabe si el que tenemos es o no compatible con ese otro?
Mas al decir “¡Que inventen ellos!”, no quise decir que hayamos de contentarnos con un papel pasivo, no. Ellos a la ciencia de que nos aprovecharemos, nosotros a lo nuestro. No basta defenderse, hay que atacar. Pero atacar con tino y cautela. La razón ha de ser nuestra arma. Lo es hasta del loco. Nuestro loco sublime, nuestro modelo, don Quijote, …”

Ciencia, técnica e investigación en España

El siglo XIX, a pesar del atraso de España respecto a Europa, dio a luz cerebros privilegiados como Ramón y Cajal, Isaac Peral, Torres Quevedo, Juan de la Cierva y Torroja. Este periodo y sobre todo el primer tercio del siglo XX, denominado Edad de Plata de la Ciencia Española, es único en el desarrollo de la ciencia en nuestro país.

Paisajes de la Historia - Que inventen ellos 51:54 21 ago 2012

Documental: Que inventen ellos




Mito de la Caverna


El grabado aparece en la obra de Camille Flammarion L'Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888, p. 183)