martes, 27 de septiembre de 2011

Patrimonio, cultura, enseñanza



eMail

Contenido de un mensaje de correo e:

"Elige la opción que más te interese:

¿Qué prefieres?
Cambiar TODAS las papeleras de la ciudad de Madrid (coste: 76 millones de €)
Hacer que 3.300 profesionales sigan trabajando en la educación y no vayan al paro (coste: 80 millones de €)

¿Qué prefieres?
Ver por todas partes en carteles que somos "la suma de todos" y que el metro de Madrid vuela (coste en 2011: 111 millones de €)
Mantener una red de educación pública que pueda dar a TODOS la oportunidad de prepararse y llegar hasta donde quieran (coste: 80 millones de €)

¿Qué prefieres?
Destinar dinero público a los que más lo necesitan (aulas de compensación educativa, desdobles para los alumnos con más problemas, departamentos de orientación que ayudan a alumnos con situaciones complicadas, aulas de enlace para alumnos que llegan y no conocen el idioma ...) (coste: 80 millones de €)
Destinar dinero público a los que más tienen (desgravación fiscal para las familias que llevan a sus hijos a colegios PRIVADOS) (coste: 65 - 90 millones de €)

¿De verdad crees que quitan recursos a la escuela pública para ahorrar dinero?
¿Aún piensas que la crisis es la causa de los recortes en la escuela pública? Si así fuese, ¿te has preguntado por qué no recortan también de la privada?

No te dejes engañar, en Madrid están intentando acabar con la Educación Pública para todos e imponer la Educación Privada para unos pocos, ¿LO VAS A PERMITIR?
DIFUNDE ESTE E-MAIL Y ACUDE A LAS MANIFESTACIONES, RECUERDA QUE TUS HIJOS SERÁN LOS PRINCIPALES AFECTADOS".

viernes, 16 de septiembre de 2011

La universidad en el mundo que viene. 1. Profesores (por J. A. de Azcárraga)

"Se conoce ya el Borrador ministerial del Estatuto del Personal Docente e Investigador (PDI) de las universidades públicas españolas, que pretende regular la llamada carrera docente. Esta tendría tres grados horizontales (una contradictio in terminis, por cierto) de profesores titulares y de catedráticos que se alcanzarían acumulando puntos según un baremo, en una especie de carnet por puntos del docente universitario. Uno pensaba, ingenuamente, que ya había reglamentación más que de sobra. Pero lo peor es que el Borrador es un ejemplo más de una perversidad a la que los legisladores educativos nos tienen acostumbrados: un preámbulo más o menos aceptable ("el profesor ha sido, sigue siendo y debe seguir siendo un investigador, un generador de conocimiento y no un mero transmisor", declara enfáticamente), seguido de una insufrible normativa (¡46 páginas!) contraria a los elevados principios iniciales. Aunque el preámbulo también genera inquietud, pues habla de la "carrera funcionarial basada en la obtención de méritos docentes o investigadores", algo que redefiniría el actual personal docente (PD) e (no o) investigador (I). El resto confirma los presagios: la investigación sólo vale 50 puntos de un total de 200; 120 puntos acreditan como catedrático y 140 dan un cuarto grado "de excelencia". Todo baremo es malo, pero el del Borrador permite llegar a catedrático, incluso "excelente", con cero en investigación (o con cero en innovación y transferencia de conocimiento, importantes en áreas tecnológicas). ¿Es así como el Ministerio de Educación pretende mejorar nuestras universidades, que retroceden en las clasificaciones internacionales?

Por si lo dicho fuera poco, la aplicación de ese Estatuto generará una burocracia de proporciones siderales. Involucrará a todo el profesorado universitario, que entrará en trance preparando infinitos papeles para situarse donde horizontalmente proceda; a administrativos enloquecidos ante las súbitas necesidades que atender; a innumerables comisiones evaluando -horizontalmente- quizá a miles de profesores, desatendiendo otras obligaciones; a las autonomías terciando -cómo no- con reglamentación adicional, para no ser menos, y a las universidades generando la suya, que también es lo suyo; a cientos de mesas negociadoras negociando lo innegociable, etcétera. El colapso burocrático de las universidades españolas, que no preocupa a los redactores del Borrador, no es ficción. Claro está que, como "el dinero público no es de nadie", se puede comisionear ad nauseam y despilfarrar ad infinitum impunemente, pues las ingentes sumas de tiempo académicamente improductivo y de dinero perdido no aparecerán en el debe de ningún balance.

Juventud, maldito tesoro (por J.M. Sánchez Ron)

"El pasado es patrimonio del recuerdo y fuente de experiencia. El presente, el fugaz hogar en el que vivimos, que se nos escapa sin que podamos retenerlo. Y el futuro es un territorio extranjero que todos queremos visitar, y para el que nos esforzamos en prepararnos aunque no estamos seguros de cuán lejos podremos adentrarnos en él; solo sabemos que será el país en el que morarán los que vienen detrás de nosotros.

Pienso en esto mientras leo las encuestas que señalan que España tiene la tasa de paro más alta de la Unión Europea para menores de 25 años: algo más del 40%. Y enlazo esta noticia con la recientemente acordada ampliación de la edad de jubilación. ¿Cuándo llegarán a tener derecho a esas jubilaciones esos jóvenes que se adentran en la treintena sin haber podido cotizar a la Seguridad Social, o habiéndolo hecho durante muy poco tiempo? ¿De qué futuro serán ciudadanos?

Algunos, cada vez más, de un futuro en otras tierras. Estoy pensando en las ofertas de trabajo que otros países (notablemente Alemania) están haciendo a nuestros jóvenes. Y ahora es diferente a otros tiempos; ahora, exportamos personas en cuya formación España ha gastado cuantiosas sumas y puesto esperanzas: la esperanza de un futuro mejor, más próspero.

"Prosperidad" es una palabra poliédrica, engañosa. Vivimos durante unas décadas prosperando; una vieja nación que retomaba con energía su camino tras casi medio siglo retrasada. Retrasada en lo político, pero también en aquello que más contribuyó a configurar el siglo XX: la ciencia y la tecnología.

Aunque se ha hablado mucho de esta cuestión, querría añadir aquí algunos detalles relacionados con el asunto que me ocupa ahora, el de la juventud. Para ello, recordaré un episodio de la historia de un centro científico de excelencia: el Laboratorio Cavendish de Cambridge (Inglaterra). Fundado en 1871, este laboratorio tuvo como primer director a James Clerk Maxwell (1831-1879), una de las glorias de la ciencia universal. Cuando falleció, la Universidad ofreció el puesto a otro científico sobresaliente, lord Rayleigh (1842- 1919), pero en 1884 este dimitió: quería dedicarse a sus investigaciones y poseía medios económicos suficientes para hacerlo de forma privada. La Universidad anunció entonces que aceptaría candidatos para el puesto. Se presentaron cinco candidaturas: Richard Glazebrook (1854- 1935), Joseph Larmor (1857-1942), Osborne Reynolds (1842-1912), Arthur Schuster (1851-1934) y Joseph John Thomson (1856-1940). A pesar de no ser el más conocido ni el que contaba con más experiencia, el elegido fue Thomson. Tenía entonces 28 años y daría décadas de gloria a su Universidad. Bajo su dirección, el Cavendish se estableció como uno de los laboratorios líderes en la física mundial (el propio Thomson identificó allí, en 1897, al electrón como la carga eléctrica elemental, un trabajo que le reportó el Premio Nobel de Física en 1906).


Universitas

Pongo aquí la reseña de una obra encontrada en el blog La ciencia y sus demoniosComenta Manuel: 
Acabo de terminarme un libro titulado “Corrupción en la Universidad” escrito por José Penalva, que cayó en mis manos hace muy pocos días y que he devorado en los subsuelos de Madrid, gracias a que nuestro metro vuela menos de lo que publicita. Este libro explica con un ritmo trepidante la historia de un licenciado en filosofía que accede a la facultad de pedagogía con el fin de realizar una tesis doctoral y enfocar el mundo de la pedagogía con un enfoque completamente distinto al imperante en el departamento que nos ocupa. Aunque el nombre del investigador es mantenido en el anonimato (se emplea un pseudónimo), así como la localización de la facultad y los verdaderos nombres del personal docente y de gestión de la universidad son ficticios, no cuesta mucho saber que el protagonista es el propio autor y todo ocurre en la facultad de pedagogía de la Universidad de Murcia. Y es fácil de enterarse porque este caso ha llegado a los tribunales, y de ahí a la prensa tanto en España como en el extranjero
 
 En este relato, que como digo va a un ritmo vertiginoso, se profundiza en los cortijos departamentales de algunas de nuestras universidades, en el poder de algunos catedráticos, en el triunfo de la endogamia sobre la meritocracia, hasta límites insultantes y en el amiguismo mafioso con el que se maneja la oferta pública de provisión de plazas en los departamentos. Esta es una historia excepcional por el cúmulo de circunstancias que se levantan en contra de una persona, por parte de varios miembros de académicos, tanto de la facultad como del rectorado. Es una situación tan aplastante y asfixiante que resulta difícil de creer. Si no fuese porque este asunto ha acabado en las manos de un juez, por acoso continuado, y en el juzgado se acumulan toda una serie de pruebas documentales (desde cartas a grabaciones) que ha hecho que la denuncia se admita a trámite, lo relatado en este libro sería complicado de creer.