sábado, 22 de enero de 2011

Bicleta, Cuchara, Manzana

En manos de la investigación médica está la cura. Mientras, las ciencias de la educación comienzan a encontrar espacios para ayudar a recuperar destellos huidizos de aquello que se dió por perdido. La memoria y el ser de la vida. En alguna visita al museo escolar que en Berlanga recoge el Ceince, la cercanía de esos objetos que poblaron su infancia hizo estallar las luciérnagas de la memoria de aquel peculiar grupo de visitantes. Hay tanto por hacer que ayudar en algo se transforma en la mejor manera de comenzar a investigar sobre lo poco que podemos hacer. Bicicleta, cuchara, manzana no es solo un documental sobre Pasqual Maragall y el alzhéimer. Es una gran película, que una crítico -asegura su director, Carles Bosch- ha calificado como "una historia de amor". Bosch (candidato al Oscar con el documental Balseros).



"Es una película válida para todo el mundo, porque en todos los países pasa lo mismo", comenta a su lado el director. Bosch ha insistido mucho en que, en su opinión: "O hacíamos una gran película o no la hacíamos, porque tenía que tener un envoltorio de primera división". Recordando, eso sí, "que cada caso es un caso. Esta película, por ejemplo, acaba en puntos suspensivos. Pasqual no quería hablar de la enfermedad, pero a veces da perlas a la cámara. Lo que sí tenía yo era que quienes le rodean son personas brillantísimas y honestísimas".

Por eso Bicicleta, cuchara, manzana habla de Maragall, sí, pero también se asoma al drama otros enfermos por todo el mundo y muestra el inicio de la Fundación Internacional Maragall contra este mal, el empuje por coordinar a científicos de todo el mundo.

Garrigosa, que demostró ante la prensa un temple y una firmeza espectaculares, dijo: "la distancia a la solución, que puede que llegue en 20 años, no nos hace pesimistas, sino proactivos". Mientras Bosch reconoció que para un documentalista "es mucho más fácil crear emociones que para un director de ficción". "Esta película es una herramienta, espero que útil, para la Fundación Maragall. Había que hacer por tanto un filme que llegara a todos".

¿Y qué opina Maragall? "A él le gusta. Echa en falta cosas y le hubiera gustado que fuese más larga. La ha vuelto a ver entera esta mañana", dice Diana Garrigosa. "La película ha sido una carga con una compensación: estar aquí; la enfermedad de mi marido es una carga, sí, una mala jugada de la vida; así que debo convertir esa jugada en algo mejor". El público, desde luego, está a su lado.

Ver: El País.

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