martes, 4 de octubre de 2011

Vuelta a clase para acercar los alumnos a la cirugía (Cristóbal Pera Morales)


Cristóbal Pera

“Cirugía, mano que opera, que obra,
mano de obra, obra de mano.”

Paul Valéry, “Discurso a los cirujanos” (París 1938)

Clase es, según el Diccionario de la Real Academia Española, una palabra con diversas acepciones que, entre otras, sirven para designar no solo al “grupo de alumnos que reciben enseñanza en una misma aula”, sino también el aula como “sala donde se celebran las clases en los centros docentes”, y la lección como “instrucción o conjunto de los conocimientos teóricos o prácticos que de cada vez da a los discípulos el maestro de una ciencia, arte, oficio o habilidad”.

Fuente: Diario Médico
La expresión “vuelta a clase” se refiere al regreso de algunos de sus actores habituales a ese escenario docente, tras una ausencia más o menos larga, ya sea individual, a causa de una breve indisposición o una enfermedad, o bien colectiva y tumultuosa, cumplidas unas vacaciones; esta expresión coloquial es más utilizada, por lo general, para la reincorporación de alumnos que para el regreso de un profesor, transitoriamente ausente. Ni que decir tiene que esta “vuelta a clase” queda fuera de lugar para el profesor que ha sido jubilado, cuando ha llegado el final de su tiempo académico, el que le aleja de la clase como escenario docente, y de los alumnos como oyentes habituales de su lección.

Hace ya más de una década que después de la jubilación de la cátedra universitaria de Cirugía, mis reflexiones sobre la cultura de la salud y la cultura de la enfermedad, así como sobre el cuerpo humano en el que asientan y se manifiestan ambas culturas, han cambiado de escenario y de oyentes. Desde entonces son expresadas mediante la palabra escrita, en libros , ensayos, artículos y, de modo semanal, en el espacio digital de este blog mientras que las reflexiones a viva voz, con la palabra hablada, tienen como escenarios y oyentes lo que corresponden a Academias, Ateneos, Sociedades científicas, Congresos, Fundaciones y otras instituciones culturales.


Por este motivo, lo sucedido el pasado día 21 de Septiembre ha sido singular y reconfortante: Por un día, el jubilado profesor ha vuelto a clase, es decir, ha sido invitado a reunirse, en un aula del campus del Hospital del Mar de Barcelona, con un grupo de alumnos de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) que realizan los estudios de la licenciatura de Medicina, para exponerles la primera lección de la asignatura Bases de la Cirugía, anunciada en el curriculum con el título de Aproximación a la Cirugía. La Cirugía, de la práctica a la teoría. Todos los componentes de la añorada clase, durante muchos años la actividad que iniciaba su diaria tarea en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, estaban allí: alumnos, aula y lección.

La amable invitación de la UPF le había permitido al profesor jubilado, de manera inesperada, “volver a clase”, regresar al escenario en el que había transcurrido gran parte de su vida universitaria –el aula–, y también que su lección fuese, ante los alumnos que iniciaban el cuarto curso de la licenciatura de Medicina, una aproximación –entendida como un acercamiento metódico y exigente– a lo que Cirugía haya sido, sea y pueda ser en el futuro.

Una reflexión, apoyada en imágenes, diseñada como una disección de la Cirugía a lo largo de su larga historia, desde su propia etimología –χειρουργια, como obra de las manos– pasando por el lento progreso histórico del conocimiento de la anatomía real de las entrañas del cuerpo humano –objeto de la acción manual e instrumental del cirujano–, así como de su intimidad de sus tejidos y de sus funciones. Llega un momento en el que la mirada médica encuentra la lesión anatómica –asiento y causa de la enfermedad– y la mirada quirúrgica comienza a detectar en la geografía corporal objetivos concretos para una posible acción manual e instrumental beneficiosa para el paciente, es decir, se dispone a “herir el cuerpo para curarlo o aliviarlo”.

Un largo recorrido histórico en el que se asiste, entre otros muchos cambios, a una radical transformación del espacio quirúrgico desde la introducción de la anestesia, la antisepsia y la asepsia: un espacio abierto, tumultuoso, ruidoso y contaminado se convierte en un espacio cerrado –el quirófano en castellano– un nuevo escenario en el que solo se escuchan los ritmos biológicos del cuerpo herido por el cirujano, los ruidos de las máquinas y los murmullos y frases entrecortadas que expresan la suma atención y el estrés del equipo quirúrgico.

Un denso recorrido que culminó en una serie de conclusiones que podrían ser integradas bajo el siguiente título: “En el siglo XXI la cirugía tecnológica sobrepasará a la tradicional tekné “. Y esto sucederá probablemente así por las siguientes razones:

1) La mano del cirujano se irá distanciando progresivamente del campo operatorio, mientras que la mano robótica ocupará, siempre que sea posible y conveniente, su lugar en el interior de dicho campo.

2) En la cirugía del siglo XXI proseguirá la tendencia a minimizar su carácter invasivo y las consecuencias de la agresión mediante la reducción de la longitud y el volumen de la herida operatoria a la mínima expresión.

3) En la moderna cirugía oncológica la radicalidad ya no es entendida como la pretensión de llegar en la extensión de lo extirpado a las raíces del mal, cueste lo que cueste, sino como una pretensión que debe alcanzarse integrando diversos procedimientos terapéuticos, quirúrgicos y no quirúrgicos.

4) A la reconstrucción que restaura, anatómica y funcionalmente, lo eliminado por la cirugía, o lo desgastado por la enfermedad o por el uso, se añadirá paulatinamente en la cirugía del siglo XXI, la modificación del cuerpo por razones que no solo son estéticas, en un mundo en el que tiene que mostrarse ante los otros cuerpos según modelos icónicos impuestos por la presión mediática.

5) La acentuada deriva de la medicina hacia el predominio terapéutico de las prótesis y trasplantes, iniciada en el último cuarto del siglo XX, se incrementará en el siglo XXI.

Y así, paso a paso, fue transcurriendo esta insólita clase hasta llegar a una recomendación final a la altura de nuestro tiempo: En la Cirugía, más allá de todo predecible progreso científico y tecnológico, deberá estar siempre presente, en primerísimo plano, el paciente con su problema. Desde esta perspectiva ineludible, solo una cirugía seguirá siendo éticamente aceptable en el siglo XXI: Aquella que, como una indicación honestamente necesaria para la curación o el alivio de un paciente bien informado, y, obviamente, desde la competencia del cirujano, se asienta en fundamentos científicos y en la compasión por el sufrimiento humano.

Con la advertencia a los alumnos, como cierre de esta aproximación a la Cirugía, de que todo lo dicho solo sería válido siempre que la tradicional mirada médica –la que se concreta en el fármaco (φάρμακον)– busque y encuentre en la mirada quirúrgica –la que indica y planifica la operación (χειρουργια)– una síntesis dialéctica, con el propósito de lograr para cada cuerpo enfermo, para cada paciente, una medicina personalizada e integrada, sin extravíos.

Original: El Blog de Cristóbal Pera

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