miércoles, 4 de diciembre de 2013

Yo, también fui a EGB

La revolución comenzó con Locomotoro, el Capitán Tan, Valentina y el Tío Aquiles. Un grupo de descerebrados surrealistas en lucha con los hermanos Malasombra, que decían ser los malos de verdad.  Y por supuesto... con Bonanza.  En la escuela, aterrizó de no sabemos que lugar una cosa que llamaban, la EGB, y que era, en medio del desarrollo, el turismo y los emigrantes, lo más nuevo de la moderna hispania. Una revolución decían, pero los sopapos seguían acompañando el compás de las lecciones. Tanto, que la vareta y la regla, junto a los apretones de manos, paseos iniciáticos, castigos ejemplares, y demás carantoñas pedagógicas, se mantenían a la cabeza de las herramientas inigualables de la singular pedagogía carpetobetónica. La propia que había desarrollado el paradigma de la letra con sangre entra, frente a su oponente teórico, el de cada maestrillo tiene su librillo. Esto último, en el papel, pues todo era para despistar, porque al final, siempre acababa apareciendo la palmeta, o la amenaza con poner en marcha la "fábrica de galletas de cinco picos" con que algún avanzado didacta había bautizado tal generoso método, por abundante, de repartir el contenido de la lección a guantazo limpio. Más tarde llegó la liberación de los enanos y los maestros, se transformaron en profesores, y la maestras, en señoritas, y nunca perdieron el don. Con ellos llegó la prohibición de castigos y el respeto a las masas de indefensos que poblábamos las aulas. Bueno, casi indefensos, pues el saber, como decían nuestros padres, no ocupaba lugar, y era el único salvavidas para evitar que la amenaza diaria de tormenta, acabara por descargar sobre nuestras cabezas.  
Un apunte. 4.12.2013




Más tarde dicen en esta web que "llegaron Los pitufos, el Naranjito, Parchís, ET, Orzowei, los minerales, los gusanos de seda, los rotring, la abeja Maya, los lagartos de V, la Botilde, The Final Countdown... Todos los que fuimos a EGB sabemos que hay mil historias que contar y estamos deseando retroceder en el tiempo para recordarlas todas en un libro totalmente ilustrado y escrito por los autores del exitoso blog Yo fui a EGB." 

Por: Virginia Collera | 04 de diciembre de 2013
26 cintas_video

Quienes reconozcan como propias estas imágenes –las cintas VHS, las casetes, los patines Sancheski, el autocross, el bocadillo de chocolate– probablemente hayan cursado la EGB. Y para ellos, para los nostálgicos al menos, está destinado el libro de Javier Ikaz y Jorge Díaz Yo fui a EGB, un volumen que compendia los “iconos” de esa generación que pasó por el colegio entre 1970 y 1990 con el propósito, explica Ikaz, de “reactivar recuerdos de esa época, de quitar telarañas y alcanfor”.

Esos escolares caracterizados por el mal pelo, las ropas de colores chillones y la predilección por la bollería industrial conforman, aseguran los autores, “una banda”. Insisten en que no han entrado en valoraciones sociológicas, pero… “Está claro que es más fácil hacer un libro así de una generación como la de EGB porque somos más homogéneos. Había dos canales de televisión, en el supermercado había dos clases de yogures... Hoy hay una mayor fragmentación”, señala Ikaz.
 Voyage, voyage

En realidad, Yo fui a EGB empezó como una página de Facebook, y su comunidad –hoy suman más de 678.000 fans– reclamó un blog que actualizan sin descanso. “Siempre tiene mucho éxito todo lo que colgamos sobre Verano Azul, la serie V o la Bola de Cristal, pero también tienen mucha repercusión aquellos posts en los que hablamos de juguetes que no tenían ni nombre y pensábamos que solo teníamos nosotros, o expresiones que creíamos que solo decíamos nosotros y nos damos cuenta de que, en realidad, las sabía todo el mundo”, explica Ikaz.


Patines Sancheski

Y cómo no, esa generación EGB y, por tanto, analógica, acabó demandando también un libro que, para sorpresa de los autores, ha trascendido sus lectores naturales. “Curiosamente lo leen los padres que no fueron a la EGB pero que eran quienes comparaban las carteras y los phoskitos a sus hijos, y también los hijos de quienes sí fueron a la EGB y ahora entienden por qué sus padres dicen efectiviwonder o digamelón. En la presentación del libro, un lector nos contó que su hija vio en el libro a ET y no sabía quién era, así que él se pasó un buen rato explicándoselo”.

Yo fui a EGB de Javier Ikaz y Jorge Díaz está editado por Plaza & Janés. Todas las imágenes son cortesía de la editorial.

No hay comentarios: