domingo, 11 de abril de 2010

Una poderosa fuerza secreta


Este libro colectivo, publicado por la Editorial Española, S. A. (Padre Larroca, número 9, San Sebastián) en 1940, fue impreso en Madrid, según dice el pie de imprenta («Imprenta Tradicionalista, Ibiza 11, Madrid»). En la contracubierta figura el escudo de la editorial y el «Precio: siete pesetas». Ofrece un total de veinte trabajos organizados en cinco partes. Todos los trabajos van firmados, pero en tres casos mediante pseudónimos o siglas («Uno que estuvo allí», «Hernán de Castilla», «X. Y. Z.» –de quien se dice que es catedrático de universidad–). 


Del resto de los autores (se advierte una notable presencia de nombres vinculados a la ciudad de Zaragoza, hecho al que no será ajena la circunstancia de que la Comisión para la Depuración del Personal Universitario –Comisión A–, creada por Decreto publicado en el BOE de 11 de noviembre de 1936, que fue presidida por Antonio de Gregorio Rocasolano y de la que fue secretario Ángel González Palencia, hubiera establecido con anterioridad su sede en esa ciudad), la mayor parte ya bien conocidos antes de la guerra civil, se hacen figurar en el libro, de forma detallada, para que se perciba bien la jerarquía de quienes escriben, los cargos que ocupan, en algunos casos puestos relevantes en la reorganización administrativa española de la postguerra: Miguel Artigas (Director general de Bibliotecas y Archivos, Director de la Biblioteca Nacional y Académico), Antonio de Gregorio Rocasolano (Catedrático de la Universidad de Zaragoza, Vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Miguel Allué Salvador (Catedrático y Director del Instituto de Zaragoza), Miguel Sancho Izquierdo (Catedrático de la Universidad de Zaragoza), Benjamín Temprano (Catedrático), Carlos Riba (Catedrático de la Universidad, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza), Domingo Miral (Catedrático de la Universidad de Zaragoza), José Talayero (Maestro Nacional), Ángel González Palencia (Catedrático de la Universidad Central, Académico de la Lengua), Luis Bermejo (Catedrático y ex Rector de la Universidad Central), José Guallart y López de Goicoechea (Profesor de la Universidad de Zaragoza, miembro del Consejo Superior de protección de menores), Romualdo de Toledo (Director general de Primera enseñanza), Juan de Contreras, Marqués de Lozoya (Catedrático de la Universidad, Director general de Bellas Artes).

Tres de estos autores, Antonio de Gregorio Rocasolano, Ángel González Palencia, y Romualdo de Toledo Robles, intervienen en el libro con dos trabajos cada uno de ellos (los dos primeros, como se ha dicho, habían sido presidente y secretario del tribunal de depuración de Zaragoza). Además, abren y cierran el libro Miguel Artigas Ferrando y Ángel González Palencia: ese mismo año, el 30 de junio de 1940, coincidieron ambos en la Real Academia Española, contestando Artigas el preceptivo discurso que, en la ceremonia de recepción como académico, hubo de pronunciar Ángel González Palencia para tomar posesión del sillón k (vacante al haber fallecido don Armando Palacio Valdés en plena guerra).




Sólo de un autor, Fernando Martín-Sánchez Juliá, no se hace figurar tras su nombre cargo alguno, lo que es más significativo si se advierte que se trata del redactor del capítulo más amplio del libro, el que da nombre además a la primera de las secciones en la que se organizan los textos (ocupa su trabajo 92 páginas, aunque muchas se limitan a transcribir textos de Marcelino Menéndez Pelayo). Estas circunstancias permiten sospechar que Fernando Martín-Sánchez Juliá tuvo un protagonismo especial en este libro, y en consecuencia también la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (la organización católica fundada en 1909 por Ángel Herrera Oria, que había pasado a presidir Fernando Martín-Sánchez Juliá desde 1935).
Además, Fernando Martín-Sánchez Juliá termina su trabajo respondiendo a una pregunta nada retórica: «¿Imitarla?»; es decir, ¿debe alguna institución imitar, en la España que se reconstruye sobre las cenizas de la guerra civil, «la habilidad y destreza de la Institución Libre para conseguir sus fines», poniendo «los mismos procedimientos al servicio de otras ideas»? La respuesta es terminante: No. «Acaparar puestos en compadrazgo sectario, amañar tribunales, poner la ley al servicio del interés de grupo, silenciar el mérito porque no es adicto, arrebatar puestos debidos por justicia a los ajenos para entregárselos por favor banderizo a los propios, recurrir a medios ilícitos a toda recta conciencia..., eso no. Ni el más santo y patriótico de los fines podría justificarlo.» Esto se escribía en 1940, y no hay por qué dudar que la actitud de ACNP se guiaba por esos principios. ¿Pero no se estarían ya escribiendo esas palabras como advertencia prudente, como preservativo –que seguramente resultó ineficaz– ante las ansias expansivas que ya mostraban amenazantes otras organizaciones católicas o civiles entonces emergentes, en particular la que capitaneaba el imparable Escrivá, el Opus Dei?
De hecho, el estudio de lo que significó la Institución Libre de Enseñanza ha sido ampliamente cultivado desde las filas del Opus Dei, y no deja de ser curiosa la opinión que incluso un renegado de esa organización (Jesús Ynfante, La prodigiosa aventura del Opus Dei, génesis y desarrollo de la Santa Mafia, Ruedo Ibérico, París 1970) ofrece de esta obra, que se presenta como ejemplo arquetípico de la «literatura clerical-autoritaria» de la época: «El libro más representativo fue publicado en San Sebastián en 1940, en el epílogo de la cruzada, bajo el título deUna poderosa fuerza secreta: la Institución Libre de Enseñanza. Sus autores, muchos de ellos bajo seudónimo, pretendían mostrar la conexión que existió entre la masonería y la Institución Libre de Enseñanza, para atacar a ambas. El libro estaba editado por la Confederación Nacional de Padres de Familia». En otro libro publicado también por Ruedo Ibérico (la editorial antifranquista dirigida en París por el anarquista José Martínez Guerricabeitia, que tan buenas relaciones acabaría teniendo con ciertos sectores del Opus Dei, no se olvide que allí publicó algunos de sus libros Rafael Calvo Serer), A. Sáez Alba –pseudónimo de Alejandro Rojas Marcos– (La otra «cosa nostra». La Asociación Católica Nacional de Propagandistas, Ruedo Ibérico, París 1974) dice que este libro es un «ataque desmesurado y acientífico contra la Institución y sus hombres». Y en la misma línea quienes gustan sentirse herederos directos de la ILE y sus afines, que suelen presentar este libro como una colección de «sectarias injurias» (Elías Díaz), un «libelo colectivo» (Juan Pundik), un «panfleto colectivo» (Luis Enrique Otero), «...qué decir de la vileza almacenada en libros como...» (Sánchez Ron, en El País), &c.
Desde noviembre de 2006 está disponible en el Proyecto Filosofía en españolel texto íntegro de esta obra, un libro que no deja de ofrecer testimonios y análisis contundentes que hay que tener en cuenta, y que sólo despreciarán y preferirán ignorar, conformándose con encapsularlos en calificativos, quienes transcurridas ya tantas décadas desde su publicación se mantengan prisioneros de sectarismos similares y herederos de los que se describen en sus capítulos.

Índice
Prólogo, 7




Origen, ideas e historia de la Institución Libre de Enseñanza
• A modo de compendio. Menéndez y Pelayo y la Institucion Libre de Enseñanza, por Miguel Artigas, 25
• Origen, ideas e historia de la Institucion Libre de Enseñanza, por Fernando Martín-Sánchez Juliá, 31




La Institución Libre y la Enseñanza. I. Los procedimientos
• La táctica de la Institucion, por Antonio de Gregorio Rocasolano, 125
• La formación del Profesorado, por Miguel Allué Salvador, 131
• La provisión de cátedras, por Miguel Sancho, 137




La Institución Libre y la Enseñanza. II. Los instrumentos oficiales
• La investigacion científica, acaparada y estropeada, por Antonio de Gregorio Rocasolano, 149
• El Instituto-Escuela, por Benjamín Temprano, 161
• La Residencia de Estudiantes, por Carlos Riba, 167
• Los cursos de verano, por Domingo Miral, 181
• La escuela Superior del Magisterio, por José Talayero, 187
• El Centro de Estudios Historicos, por Ángel González Palencia, 191
• El Instituto Rockefeller, por Luis Bermejo, 197
• La Escuela de criminologia, por José Guallart y López de Goicoechea, 203
• Más organismos creados por la República, por Romualdo de Toledo, 213




La Institución Libre y la sociedad
• La Institución Libre de Enseñanza y el Arte, por el Marqués de Lozoya, 221
• La Institución Libre y la Prensa, por Uno que estuvo allí, 227
• La Institución Libre y la Política, por Hernán de Castilla, 241
• La Institución Libre de Enseñanza y las Cortes, por Romualdo de Toledo, 253
• La Institución Libre y la guerra, por X.Y.Z., 259




La herencia de la Institución Libre de Enseñanza
• La herencia de la Institución Libre de Enseñanza, por Ángel González Palencia, 273

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