lunes, 29 de marzo de 2010

El profesor del cuarteto


Imaginen un profesor que le hubiera dado clase a Suárez, Felipe, Aznar y Zapatero. O que hubiera tenido entre sus alumnos a Fraga, Touriño y Feijóo. Que enseñara en diferentes cursos a Pujol, Maragall y Montilla. O a Garaicoechea, Ardanza, Ibarretxe y Patxi López. Lo que es pura ficción en los Gobiernos de España, Galicia, Cataluña y País Vasco, escenarios de estos ejemplos imaginarios, se dio en Andalucía. Desde que Plácido Fernández Viagas le cedió los trastos de la autonomía a Rafael Escuredo y éste los legitimó en las autonómicas de 1982, los cuatro presidentes que ha tenido la Junta de Andalucía fueron alumnos en la Universidad de Sevilla de Miguel Rodríguez Piñero, catedrático de Derecho del Trabajo. Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla y Manuel Chaves fueron alumnos directos de sus clases. José Antonio Griñán se incorporó a su cátedra como profesor ayudante.

Por Francico Correal (2009)

Rodríguez Piñero (Sevilla, 1935), uno de los dos presidentes del Tribunal Constitucional que ha dado la Universidad Hispalense (el otro fue Pedro Cruz Villalón), trabaja en el Consejo de Estado y recuerda a este cualificado ramillete de alumnos formados en un entorno universitario donde se pusieron los cimientos de la transición andaluza y española. "Felipe González fue alumno mío, pero se fue uno o dos años a Bélgica, a seguir sus estudios en la Universidad de Lovaina", dice Rodríguez Piñero a este periódico.

Escuredo, presidente entre 1982 y 1986, pertenece a la promoción 1962-67. Dicen que como otros muchos repitió un curso por el Derecho Romano que enseñaba Pelsmaeker, hueso de huesos. Chaves, presidente entre 1990 y 2009, y su sucesor Griñán (éste empezó la carrera en Madrid), son de la promoción 63-68. Borbolla, el más joven del cuarteto, es de la promoción 64-69. La vinculación de tan distinguidos alumnos con el catedrático Rodríguez Piñero la recuerda Amparo Rubiales en su libro Mujer de mujeres. La primera consejera de un Gobierno andaluz es de la misma promoción de Escuredo y ahora comparte destino con su profesor en el Consejo de Estado.

DE CHAVES A GRIÑÁN

El final de un periodo de 19 años. "No creí nunca que Chaves fuera un presidente de transición", dice su profesor. "Cuando le propusieron la presidencia de la Junta, estaba en Madrid haciendo una brillante labor en el Ministerio de Trabajo. Me llamó y comimos los dos matrimonios porque tenía muchas dudas para volver. Estaba muy acomodado a la vida en Madrid. Yo le insistí mucho en que la política autonómica era muy importante; que Andalucía no era una región pequeñita, sino una pieza fundamental del territorio español y un puente con el continente africano. Le hice ver que en Andalucía no era difícil triunfar y mantenerse. Lo único que se requiere es un equilibrio entre la estabilidad y el cambio. No hay que buscar la estabilidad por la estabilidad ni el cambio por el cambio".

A diferencia de lo que pasó con Escuredo, que en palabras del catedrático "se adelantó a su época", y con Borbolla, que vivió fricciones con el Gobierno de la nación y con su partido, intuye que la de Griñán "va a ser la transición más pacífica de todas las vividas en Andalucía". No le gusta hablar de desavenencias para referirse a lo que pasó con sus ex alumnos y ex presidentes. "Yo hablaría de diferencias importantes entre un modo de llevar a cabo la política andaluza en el marco de la política nacional".

Las primeras críticas y el primer abrazo en el Parlamento lo recibió Griñán de un adversario político que también fue alumno de Rodríguez Piñero. "Javier Arenas fue un alumno muy sui generis, porque simultaneaba los estudios con una dedicación política muy temprana. Si puede parecer un político veterano, no es por los años que tiene, sino por los años que lleva en política desde la antigua democracia cristiana". No se atribuye ningún mérito en la relevancia política de sus alumnos. Una cantera que empezó a prepararse una generación docente antes, con Manuel Giménez Fernández y Alfonso de Cossío. "No me gusta hablar de carisma, palabra que molestaría mucho a Giménez Fernández. Si en algo pude influir es en la autoritas, en el ejemplo, en animar a la gente a trabajar y a comprometerse, en la tolerancia". No hace distingos políticos entre sus alumnos. "Alejandro Rojas-Marcos empezó su tesis doctoral conmigo".

La Facultad de Derecho de Sevilla fue el primer lugar donde empezaron a oírse conceptos que entonces sonaban a sánscrito y hoy figuran en el Estatuto Andaluz. "La preocupación por la política andaluza empieza en Derecho con un seminario que daba todos los años Alfonso Carlos Comín, que había publicado un libro de mucho impacto titulado La España del Sur. Después se celebró el Congreso de Cultura de Córdoba, en el que participé".

De ese póquer de alumnos que en treinta años van a llevar las riendas del Gobierno andaluz, Griñán es el menos conocido por el gran público. "Eso es una virtud. A Pepe, como le gusta que le llamen, nunca le gustó el protagonismo. Siempre fue hombre de segunda fila, y eso que ha estado en cargos importantes. Empezó a asumir funciones públicas cuando dejó mi cátedra para incorporarse a una viceconsejería en el gobierno de Borbolla. Ha sido el mejor ministro de Trabajo de la democracia". Su vino, usando la parábola bíblica, venía en buenos odres. "Llegó a Sevilla con una sólida formación jurídica en la que se notaba la influencia de su tío Rafael Martínez Emperador, un magistrado del Tribunal Supremo que fue asesinado por la ETA". Sabía de Derecho y de muchas más cosas. "Le decíamos el enterao porque sabía de todo. De cine, de literatura, de poesía. Y a los que somos aficionados a la hípica, nadie sabía más de carreras de caballos que Pepe Griñán". Incluso llegó a editar una revista sobre la materia. En opinión de su superior académico, Griñán simboliza la contribución de los inspectores de trabajo a la transición democrática. "Es un buen político, pero con un traje de técnico".

No le resulta fácil situar en un hipotético podio a los cuatro alumnos. Chaves y Borbolla fueron profesores adjuntos en su cátedra. Griñán, como Felipe, profesor ayudante. "Vamos a dejar fuera a Felipe, porque se salía de la raya". De todos ellos, el más equilibrado sería Chaves. "No era alumno de matrícula, pero su capacidad de trabajo, su honestidad y su camaradería le daban muy buena nota". En las antípodas de Escuredo. "Rafael tenía una inteligencia superior a la media y siempre demostró un liderazgo innegable, desde sus tiempos de líder estudiantil con Clavero de decano y después de rector. Su capacidad de trabajo era menor. Yo le decía que serviría mejor como jefe de Estado que de Gobierno. Sería el presidente de República ideal". En Pepote Rodríguez de la Borbolla ve "un político desde la genética". "Mi abuelo consideraba al suyo un gran líder político al que la Monarquía alfonsina no supo aprovechar. Quizás le falte, como a su abuelo, cierta mano izquierda respecto a los centros de poder".

"Pepe Griñán está inédito", dice del cuarto de sus alumnos que ha dado el salto a la presidencia de la Junta. "Estoy seguro de que va a ser un gran presidente y una gran sorpresa para muchos. Conoce muy bien Andalucía. Ha sido consejero de Economía, que es la mejor manera de conocerla. No es un andalucista ciego, conoce los límites. Yo mismo soy y me siento andaluz, pero soy muy autocrítico conmigo mismo y con mis paisanos". Cree que Chaves ha acertado en la designación. "Tengo mucha fe en Pepe. Me escandaliza que se diga que es una persona mayor para gobernar Andalucía. ¿Qué edad tiene el vicepresidente de los Estados Unidos? ¿Cuántos años tiene Hillary Clinton? Sin entrar en el tope de 85 años que la Iglesia pone para sus cardenales y los 75 para sus obispos, Griñán es joven no sólo en espíritu y en mentalidad. Tiene una edad muy buena para gobernar Andalucía. La experiencia es importante, los jóvenes meten con más frecuencia la pata. Sin la experiencia uno dice lo que piensa y lo que hay que hacer es pensar lo que se dice".
Escuredo, Borbolla y Chaves fueron sus alumnos de Derecho del Trabajo en el segundo lustro de los años 60 y Griñán fue su ayudante de cátedra · Eran brillantes y clandestinos y llegaron a presidentes de la Junta de Andalucía · El catedrático de Derecho del Trabajo recuerda cómo era ese póquer de estudiantes

No sólo los alumnos. También los profesores hicieron política. Manuel Clavero Arévalo, de quien Rodríguez Piñero fue ayudante de cátedra, fue ministro de la UCD, igual que Jaime García Añoveros, que cogió la cátedra nada menos que de don Ramón Carande Thovar. A ese equipo de catedráticos también pertenecían Manuel Olivencia Ruiz, comisario de la Expo hasta que lo cesó su antiguo alumno Felipe González, y José Cabrera Bazán, que fue senador y presidió el Tribunal de Cuentas de Andalucía y a quien Rodríguez Piñero atribuye buena parte de la tarea de apostolado para que con la excepción de Escuredo, más tibio en esas cuestiones, todos los presidentes de la Junta fueran béticos. "Pepe Cabrera jugó en los dos equipos de la ciudad, pero era bético", dice el consejero de Estado.

Dos de sus alumnos residen ahora en Madrid, igual que su profesor. Uno por elección, Rafael Escuredo, que allí abrió un bufete de abogados "donde ha triunfado, como en todo lo que hace", y donde continúa su carrera literaria, que tiene como último fruto su novela Te estaré esperando, que acaba de presentar en Sevilla. Otro por obligación, Manuel Chaves, que ha vuelto 20 años después a la capital del reino con el mismo cometido: una cartera de ministro, aunque el presidente actual no fue alumno de Rodríguez Piñero. Sólo sigue en Sevilla José Rodríguez de la Borbolla, que quiso ser alcalde de su ciudad (no lo derrotaron las urnas, sino las primarias), es el más bético de todos y sale de nazareno en el Calvario. Por lo menos le queda su amigo Griñán, al que dio bautismo político como viceconsejero y ahora ha rebautizado para los restos: Pepe II el Legítimo.

Habrá que esperar para tener la primera presidenta. El profesor Rodríguez Piñero también tiene para elegir. No sólo la alumna Amparo Rubiales que le rinde tributo al profesor en sus Memorias. "Hay otra persona oculta en aquel grupo tan importante. Me refiero a Ana María Ruiz Tagle, la mujer de Escuredo. Ella fue el pilar fundamental del bufete de abogados laboralistas de Capitán Vigueras. Sin ella, no habría existido ese bufete. Era la que hacía el trabajo diario para que los demás pudieran dedicarse a la actividad política". Y en cierta forma lograran la confianza del Partido para designarlos candidatos a la Junta. Y ser aprobados por los electores.

FRANCISCO CORREAL | ACTUALIZADO 26.04.2009 - 05:0

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