lunes, 1 de marzo de 2010

Guerra de ideas


Ahora que por Ley ando recordando una parte de la historia, he vuelto a la lectura sosegada de las páginas que redactó José Castillejo sobre una de las etapas más determinantes y trágicas de la historia hispana en el pasado siglo. Aquella obra la tituló Guerra de ideas en España. Para no llevar a engaño añadió el subtítulo de Filosofía, política y educación. Busco ahora los claroscuros de aquella república de la cultura. Decía sobre ella, que las reformas educativas que se llevaron a efecto recordaban "las de la ilustración del siglo XVIII aunque esta vez se proponían preparar a las masas sublevadas para la acción política directa" (p. 120).

Más adelante encontré una explicación razonable sobre lo que dio en denominarse "Guerra escolar", y tenía que ver con "la ardua cuestión religiosa". En este terreno, "la República -dice Castillejo- abandonó el lento proceso de libre competencia entre el Estado y las escuelas privadas, abogado por Giner, y procedió a la supresión de las escuelas que estaban en manos de las órdenes religiosas. Estaba claro que esta medida transfomaría las órdenes religiosas en sociedades secretas y por consiguiente causaría la exterminación de todas las escuelas privadas, que tendrían que camuflarse, dejándolas a merced de la denuncia política o de la venganza profesional. La intención de los legisladores era antiliberal, el efecto fue inevitablemente totalitario. El Gobierno ha tomado el lugar de la Iglesia y esta podrá continuar el duelo en beneficio propio" (Castillejo, 1976, 120-121). 




Es una nota de primera mano sobre un hecho importante. La obra la ha reeditado en 2009  Siglo XXI. Su autor, hijo de un abogado extremeño y educado en El Escorial por los Agustinos ganó la cátedra de Derecho Romano en la Universidad de Sevilla, en la que permaneció entre 1905 y 1908. Su incorporación a la Junta para la Ampliación de Estudios lo mantuvo ocupado entre 1907 y 1935 en "los experimentos educativos y de la investigación científica".

En la presidencia de esa insigne y singular creación se mantuvo a lo largo de esos años Santiago Ramón y Cajal y la etapa al final ha acabado por conocerse como la Edad de Plata de la ciencia y la cultura hispana.  En 1976 la editó Revista de Occidente con prólogo de Julio Caro Baroja y hoy sigue constituyendo una fuente insustituible para recorrer gran parte de la historia hispana en materia de filosofía, política y educación.
JL. Rubio Mayoral / 10

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